Pedro Torres Estrada
La gobernadora María Eugenia Campos Galván y su principito, (que no principesso, ese es otro) Marco Bonilla Mendoza, alcalde de la capital del estado, viven en un Chihuahua ajeno a los chihuahuenses, los de la ciudad y los del estado. No se sienten obligados a rendir cuentas a los ciudadanos que los eligieron porque aparentemente les han hecho creer que llegaron a esos cargos por designio divino, como hacían creer a los reyes en las monarquías.
Desde la burbuja en que se han (o los han) encerrado, hacen y deshacen sin tomar en cuenta las demandas ciudadanas; mienten con una frialdad que deja en claro que, para ellos, la realidad que los rodea es imperceptible; viven una realidad alterna en la que, por supuesto, el mundo real no es posible. Cómo se atreven quienes están fuera de esa burbuja a cuestionar sus decisiones, eso les es inaceptable y lo han dejado muy en claro.
Sobre las criticas y manifestaciones que se han generado por la puesta en escena de La Golondrina y su Príncipe, especialmente por parte de integrantes de la comunidad cultural, pero también por ciudadanos en general, Bonilla Mendoza dijo: “No lo vamos a permitir, ni vamos a caer en su juego”. Mientras que la gobernadora fue más allá al manifestar que “podría decir que le vale madre”, lo cual es indudable, es un hecho triste pero real que le importa un comino lo que digan los chihuahuenses, que al cabo ella va que vuela para ser candidata a presidenta, lo demás es lo de menos. Al menos eso es lo que ella ve dentro de su burbuja.
Respecto de la frialdad con la que ambos gobernantes nos mienten, valdría la pena analizar qué factores hay tras la tendencia compulsiva a mentir, a crear una ficción de ellos y su desempeño frente a los demás. Un mentiroso compulsivo es una persona que distorsiona la realidad de manera reiterada y frecuente. Aunque al principio pueda tratarse de conseguir un beneficio personal inmediato –demandar atención, afecto, respeto o admiración de los demás, o evitar un castigo– hay un momento en el que el mentiroso compulsivo –o la mentirosa compulsiva– miente sin un motivo, lo hace por compulsión, sin ser muy consciente de por qué lo está haciendo. Las personas con esta tendencia no se sienten cómodas diciendo la verdad, en cambio, si lo hacen mintiendo.
Para muestra, lo expresado por la gobernadora Campos Galván respecto del por qué se decidió destinar gran parte del recurso contemplado en los presupuestos municipal y estatal de Cultura de este 2022 a la puesta en escena de La Golondrina y su Príncipe. Dijo: “Es una obra que se genera de los ahorros por parte del Gobierno Municipal y del Gobierno del Estado”. ¿Cuáles ahorros? Es una mentira en toda la extensión de la palabra. Se logran ahorros cuando se ha invertido de manera satisfactoria para cubrir las demandas de la sociedad con el presupuesto legalmente autorizado. No puede hablarse de ahorros cuando se han solicitado créditos de corto plazo desde el principio de la administración, cuando observamos que fue una mentira eso de que Maru Campos no haría uso de la tarjeta de crédito y atestiguamos el crecimiento de la deuda pública tanto en montos como en plazos.
El alcalde capitalino Marco Bonilla Mendoza utilizó la misma mentira para justificar lo que eufemísticamente denominó una inversión, cuando en realidad se trata de un gasto suntuoso. Manifestó: “Estos recursos vienen de ahorros logrados en el primer semestre del año; no se quitaron recursos a ningún programa o proyecto…Para ofrecer a las familias de Chihuahua un espectáculo de gran formato, que nos permita acercar las bellas artes para todas y todos; música, danza, literatura, escultura, cine, pintura y teatro a miles de personas de manera gratuita totalmente”. Debe sentirse muy cómodo mintiendo, porque de todos es conocido que sí se quitaron recursos a otros programas y proyectos culturales para dirigirlos a La Golondrina y su Príncipe, basta con mencionar la cancelación del Festival Internacional Chihuahua, entre otros.
En su compulsividad, Bonilla asegura que la obra en cuestión tiene como fin ofrecer un espectáculo de gran formato que permitirá acercar las bellas artes a todas y todos. ¿De verdad, con solo 12 funciones, únicamente en la ciudad de Chihuahua, se va a llegar a todas y todos? La presentación de esa obra acercará a unos cuantos a cierta clase de teatro, música, danza y literatura (está basada en el libro de El Príncipe Feliz de Óscar Wilde), pero es falso que ocurrirá lo mismo con escultura, cine, pintura y otras disciplinas que sí llegaban de manera masiva a los ciudadanos de todo el estado a través del Festival Internacional Chihuahua (FICH).
Ahora, para nada se trata de algo que será totalmente gratuito, como asegura el alcalde capitalino. Nos va a costar y muy caro a los ciudadanos de todo el estado, porque se trata de recursos públicos, no es dinero que surgió de manera espontánea y tampoco, reitero, se trata de ahorros. ¿Cómo comparar un festival que llevaba una cantidad considerable de eventos muy diversos, provenientes de otros países y de otras entidades de la república, además de resaltar las características culturales de un municipio del estado diferente cada año, con un solo espectáculo, por muy de primer mundo que se le quiera presentar?
La más elevada erogación en un Festival Internacional Chihuahua fue de 37.3 millones de pesos, casi la misma cantidad que se gastará en La Golondrina y su Príncipe –34 mdp–, pero con las grandes diferencias señaladas en el párrafo anterior. Además, el FICH tenía una vocación de reconocimiento a la pluralidad y la convivencia multicultural, y cada año contemplaba más de 600 eventos de las distintas disciplinas del arte; además de teatro, contemplaba eventos de danza, música, literatura, cine, pintura y fotografía que se intentaba llevar a los 67 municipios del estado. Cientos de miles de espectadores gozaron de espectáculos de primer nivel con figuras como Sarah Brightman, Plácido Domingo, Eugenia León o José Carreras, entre muchos otros.
Otra mentira por parte del Gobierno del Estado. Publicaron un comunicado en el que aseguran que “la puesta en escena de La golondrina y su Príncipe ha despertado el interés del público y la prensa a nivel nacional, como los programas de televisión Hoy (Televisa) y Cuéntamelo Ya (TV Azteca), quienes han destacado la magnitud del evento que se llevará a cabo en Chihuahua, por lo que invitaron a su audiencia a disfrutar de este espectáculo de primer mundo que se presentará en la capital del Estado”. Ni siquiera tuvieron el cuidado de enviar un texto diferente a cada televisora, los conductores de ambos programas leyeron exactamente lo mismo, por lo que es obvio que se trató de un anuncio publicitario por el que se tuvo que pagar y muy bien.
La secretaria de Cultura del Gobierno del Estado, Rebeca Alejandra Enríquez Gutiérrez, no se quedó atrás. Declaró al portal de noticias La Verdad que “el dinero que tuvo la Secretaría se usó para pagar 15 millones de pesos en adeudos arrastrados desde 2020 y 2021, correspondientes tanto a ediciones del FICH como de otros eventos culturales. Entonces, ¿como entregan 17 millones de pesos a La Golondrina y su Príncipe?
Dijo también que “una segunda razón para suspender el FICH 2022 fue la incertidumbre sobre el desarrollo de la pandemia y si se permitirían actos masivos”. Sin embargo, pretenden ingresar 10 mil personas cada día a El Palomar para ver la multicitada obra.
En un tercer argumento, dijo: “Es la necesidad de hacer una pausa para replantear la vocación del festival”. Creo firmemente que esa pausa deben hacerla ambos gobernantes, para replantear su vocación, salir de la burbuja en que viven, dejar de mentir y empezar a gobernar en base al mandato ciudadano que se les otorgó mediante el voto. Los chihuahuenses no merecemos que sigan jugando a la gobernadora golondrina y su principito.
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