Por: Sandra Dueñes Monárrez.
Chihuahua, Chih., a 25 de junio del 2022.- Durante la misa de cuerpo presente de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín César Mora Salazar, el activista y padre Javier “El Pato” Ávila habló fuerte y claro no solo por sus hermanos asesinados en manos del líder criminal José Noriel Portillo Gil “El Chueco”, sino por todas las miles de víctimas y desplazados por la violencia en México y aseguró que, “los abrazos ya no, nos alcanzan para cubrir los balazos”.
“Presidente López Obrador revise su proyecto de seguridad pública, porque no vamos bien y esto es un clamor popular, este evento lamentable, no es aislado en nuestro país, invadido por la violencia y la impunidad”, pidió el padre “Pato”.
Destacó que, recientemente, el papa Francisco acaba de lamentar el asesinato de estos dos sacerdotes y de Pedro Palma, cuestionando “cuantos asesinatos en México”.
“Nuestro tono es pacífico, pero alto y claro, invitando que las acciones de Gobierno finalmente acaben con la impunidad imperante en nuestra sociedad, son miles de dolientes sin voz que claman justicia”, enfatizó el sacerdote jesuita.
Acompañado de feligreses y de sacerdotes de la Diócesis de Chihuahua encabezados por el arzobispo Constancio Miranda Weckmann, el sacerdote y activista aprovecho para agradecer la presencia de los grupos de familias que se sumaron a la ceremonia religiosa de cuerpo presente de sus hermanos Jesuitas Joaquín y Javier, sino porque son precisamente las familias de desaparecidos y de víctimas de la violencia quienes “mantienen vivo el dolor de tantos hechos inhumanos que brincan por todas partes a los cuales los sistemas le apuestan al olvido, pero nosotros le apostamos a la memoria porque como dice Mario Benedetti; “el olvido esta lleno de memoria”, expresó el padre Javier Ávila.
Es de esta forma que el sacerdote, instó al pueblo de Chihuahua a seguir manteniendo viva la memoria en este ambiente de dolor que hace patente la vergonzosa impunidad que arropa a todo el país.
Y aseguró que, los jesuitas no abandonaremos la misión, mucho menos el servicio a la gente, con la ayuda de nuestros superiores aquí seguiremos porque la muerte no va a triunfar sobre la vida, sabemos perdona y perdonamos porque poseemos la alegría y la paz que el espíritu infunde en nuestros corazones.
Hay dolor, pero no angustia, ni rabia, hay huecos, hay vacíos pero no hay ausencias, regresaremos a la tierra los cuerpos de nuestros hermanos, los regresaremos al regazo amoroso del padre y de nuestra amada madre María.
El hombre muere cuando se le deja de nombrar y cuándo vamos a dejar de nombrar a Joaquín y a Javier sus nombres seguirán rebotando en el eco de los barrancos y en el susurro del viento que recorre los pinos y las montañas.
“La aceptación de estos hechos no es resignación, es la serenidad de la vida que nos abarca todos los días, que se fueron sin pedir permiso y con su morral lleno de historias y de amores, caminan adelanto los bienaventurados, alégrense estén felices porque trajeron a la Sierra al padre bueno que es esperanza que es compasión, es muy fácil humano, pero es muy difícil hacerse humano, en Javier y en Joaquín, siempre encontramos a dos hermanos a dos sacerdotes profundamente humanos, es grande el dolor que nos dejan estas muertes, pero no olvidemos que son miles de muertos en nuestro país que siguen manteniendo vivo el dolor y la tristeza en miles de familias, muertos y desaparecidos”, dijo.
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